En la antigua India se afirmaba que el alma del hombre es como un pedazo de cristal, pero toma el color de lo que está cerca de él. Cualquiera que sea lo que el alma toca, ha de cobrar su color. Aquí es donde la dificultad yace y donde la servidumbre empieza.
El color del ego es tan fuerte que el cristal se olvida de sí mismo. Una flor roja se encuentra cerca del cristal y el cristal toma su color olvidándose de su claridad prodigiosa, asimismo nosotros hemos tomado el color del cuerpo y olvidado quienes somos. La persona común toma el color de la flor cercana a ella. El practicante de meditación se observa a sí mismo, porque sabe que es un cristal puro y claro.
Swami Vivekananda
Fuente: Yoganirvana.com
Interesante analogia para seguir entendiendo un poco más como situar "metaforicamente" el proceso del ego y el gran misterio de que la conciencia se manifieste fenomenológicamente atraves de la atención en la vida.
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