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jueves, 9 de julio de 2015

Las cartas de Yaeko Iwasaki


                                    Harada Roshi               Yaeko Iwasaki


Carta 1. Evidencia de kensho
23 de diciembre

Querido Harada roshi:

Le agradezco tanto que haya venido a verme anteayer a pesar de estar tan ocupado. Por favor cuídese su resfriado. Ayer por la mañana me dijo en dokusan: “Lo que has percibido aún está nebuloso”, así que debía buscar más profundamente. Cuando desperté de pronto ayer a media noche, estaba mucho más claro, ¡El Buey se ha acercado cien millas! (“Buey” se refiere a la Mente iluminada). 

Y lo único que pude hacer era alzar mis palmas unidas en señal de alegría absoluta.

Comprendo verdaderamente que existen grados en la profundidad de la iluminación. 

Sí, Pero Pocos conocen este hecho tan significativo

Aún usted, mi roshi, ya no cuenta para nada. Mi gratitud y deleite son imposibles de describir. Ahora puedo afirmar que mientras estemos conscientes de la iluminación, no es la iluminación verdadera.

¿Cómo puedo expresarle mi gratitud por permitirme, aún en tan pequeño grado corresponder a la incalculable deuda que tengo hacia todos los Budas? Mi gratitud no puede expresarse en palabras -no hay nada que pueda escribir o decir. Le escribo sólo porque pienso que sólo usted puede comprender mi felicidad y estará satisfecho de mí.

Ahora que se ha abierto el ojo de mi mente el voto de salvar a cada ser viviente surge espontáneamente. Le estoy tan agradecida a usted y a todos los Budas que me avergüenzo [de mis defectos] y haré todo el esfuerzo necesario para disciplinarme.

Has visto al Buey con claridad pero el captarlo se encuentra a diez mil millas de distancia. Tu experiencia aún esta manchada por el pensamiento conceptual.

También estoy decidida a limpiar mi mente de su ignorancia inmemorial. Usted es la única persona en quien puedo confiar. Temo que todos los demás no me comprendan y piensen que soy orgullosa si de pronto les hablo de todo esto.

Tu contención me agrada.

Créame. Nunca en esta vida pensé ser favorecida así [llegando a la iluminación]. Le debo tanto. Hago gassho con verdadera gratitud.

Cuídese el resfriado. Espero, con gran alegría, volverlo a ver el día 21 del mes próximo. Yaeko.

COMENTARIO GENERAL: Confirmo que verdaderamente ha visto al Buey, pues en su experiencia hay una profunda auto-afirmación, el deseo de salvar a todos los seres sintientes y la determinación de disciplinarse espiritualmente en su vida diaria. Sólo un estado mental tan exaltado puede llamarse la mente de los verdaderos hijos del Buda. Pero sin embargo, aún permanece el sujeto que ve. El hogar de su Mente aún se encuentra lejos. ¡Debe seguir buscando con más intensidad!



Carta 2. Evidencia de gran iluminación
25 de diciembre

Querido Harada roshi: 

Hoy por primera vez he alcanzado la gran iluminación. Estoy tan contenta que todo mi ser baila a pesar de mí misma. Solamente Usted puede comprender tal éxtasis. 

He alcanzado el punto de captar al Buey verdaderamente y no hay engaño en absoluto. 

Ahora por primera vez has encontrado el Camino, has realizado tu Mente completamente. Te has liberado del engaño que ya no tiene raíces. ¡Qué Maravilloso! 

No hay ni Buey ni hombre. Quisiera ir enseguida a darle las gracias personalmente pero me es imposible porque debo cuidar mi salud, así que por carta le expreso mi profunda gratitud. Desde lo más profundo de mi corazón le doy las gracias y alzo mis manos en gassho ante Usted. ¡Los Budas y patriarcas no me han engañado! He visto mi Rostro antes de que mis padres nacieran con más claridad que un diamante en la palma de mi mano. Ante mis ojos ha aparecido la verdad absoluta de cada palabra de los patriarcas y de los sutras con claridad cristalina. Ya no es necesario el dokusan y ahora todos los koanes son como muebles inútiles para mí. Aunque los salvaría, ya no hay seres sintientes qué salvar. Los que sólo han alcanzado el kensho no conocen este estado de libertad ilimitada y de profunda paz mental. Verdaderamente no puede conocerse hasta llegar a la iluminación total. Si después de esta carta aún me dice tonterías no vacilaré en decirle que su propia realización deja que desear. 

¡Bien!, ¡Bien! Esto se llama la etapa de estar en la cima de la solitaria montaña o regresar al propio Hogar. Sin embargo debo seguir diciéndote “tonterías”. Un día comprenderás por qué. 

Le debo tanto. Cuando reflexiono sobre el hecho de que verdaderamente he cumplido el Gran Voto que he hecho durante innumerables vidas pasadas y que ahora yo puedo dar dokusan, me siento infinitamente agradecida. 

Aún es demasiado pronto. Sin embargo ¿cuantas personas llamadas iluminadas tienen tanta seguridad interna? Estoy encantado de verlo revelado en tus propias palabras. 

El ojo de mi mente es absolutamente idéntico al suyo: ni Budas ni demonios me pueden desconcertar. Este estado va más allá de cualquier descripción. He olvidado todo y por fin regreso a mi verdadero Hogar con las manos vacías. 

¿Ha vuelto otra vez el Patriarca Dogen? Este es el Darma-kaya inmaculado, es decir, el Buda Birushana (Vairochana). 

Aquí Harada-roshi está comparando las palabras de Yaeko, “He olvidado todo y he regresado a mi verdadero Hogar con las manos vacías”, con las palabras de Dogen cuando regresó de China: “He regresado al Hogar con las manos vacías. No tengo rastro alguno de Budismo. Sólo digo esto: mis ojos son horizontales y mi nariz vertical”. 

Mi mundo se ha revolucionado. ¡Qué vanos e innecesarios fueron mis esfuerzos del pasado! Al seguir sus sabias instrucciones y su paciente consejo, no me quedé satisfecha con la paz tan superficial que mi mente engañada consideraba suficiente. No puedo explicarle que feliz y agradecida me siento de mi estado presente. Todo esto es el resultado de un zazen persistente, de la decisión de no conformarme jamás con un pequeño éxito, sino continuar durante no importa cuántas vidas. 

Tu gran devoción, sobre todo tratándose de una lega, es sorprendente. 

Ahora puedo comenzar la tarea infinita de rescatar a todos los seres vivientes. Esto me hace tan feliz que casi no puedo contenerme. 

Todo es luminosidad, luminosidad pura. Ahora puedo progresar eternamente hacia la perfección en armonía natural con mi vida diaria. 

Sí comprendes. Así es exactamente. ¿Cuantos seguidores del Zen han llegado hoy día a una realización tan profunda? 

He resucitado, como lo han hecho usted y todos los demás por toda la eternidad. Cuando lea esta carta, usted también derramará lágrimas de gratitud. 

Estoy tan agradecido de tener una discípula como tú que ya puedo morir feliz. 

Sólo usted puede comprender mi mente. Sin embargo no hay ni usted ni yo. Mi cuerpo y mi mente de hecho han caído. 

Trataré de mejorar mi salud, cultivar la virtud y estar lista cuando la oportunidad se presente de enseñar el Budismo. Estoy en el centro del Gran Camino donde todo es natural, sin tensión, ni presuroso, ni vacilante; donde no hay Budas, no hay usted, no hay nada; y donde veo sin mis ojos; escucho sin mis oídos. No queda ni rastro de lo que he escrito. No hay ni pluma ni papel ni palabras: no hay nada. 

Ya que es absolutamente imposible hablar de esto excepto con alguien que lo ha experimentado por sí mismo, le he escrito. Me imagino que se alegrará de tener una discípula que ha bebido tan profundamente de la fuente de la sabiduría. Me postro nueve veces ante usted para expresar mi gratitud. (El número de veces que uno formalmente se postra ante un Buda) 

COMENTARIO GENERAL: Este grado de realización se llama “captar al Buey “, en otras palabras es verdaderamente alcanzar el Camino. Es el retorno al propio Hogar o a la adquisición de la sabiduría fundamental. Avanzar un paso más es realizar una sabiduría aún mayor. Este Buey tiene solemnidad y radiancia inmesurables.


domingo, 12 de abril de 2015

Kuntuzangpo



En esta entrevista Lama Tenzin Rinpoche explica a Marién Estrada de Camino Amarillo, quién es el Buda Primordial (Kuntuzangpo) y cómo se puede usar el dolor como un camino y como la práctica misma, además de introducir la Enseñanza de los 21 sellos y de hablar de que el "esfuerzo" debe erradicarse de la práctica para poder tocar la Verdadera Naturaleza de nuestra mente.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Surgir de entre los muertos



Primera carta de Bassui Tokusho al sacerdote Zen Iguchi
 
He leído detenidamente su presentación pero no acierta con el koan.

El Sexto Patriarca dijo: “La bandera no se mueve, el viento no se mueve, sólo tu mente se mueve.” Comprender esto con claridad es percibir que el universo y Usted tienen la misma raíz, que Usted y cada cosa son la unidad. El sonido del arroyo y el ruido del viento son las voces del maestro. El verde del pino, el blanco de la nieve, estos son los colores del maestro, el mismo que levanta las manos, mueve las piernas, ve y escucha. Quien capta esto directamente sin recurrir a la razón o al intelecto, puede decirse que tiene un grado de realización interna. Pero esto no es la iluminación total.

Un antiguo maestro Zen Rinzai dijo: “No debes aferrarte a la idea de que eres Esencia-pura”. Y de nuevo: “Tu cuerpo físico, compuesto de los cuatro elementos básicos, no puede escuchar o comprender este discurso. El espacio vacío no puede comprender este discurso. Entonces ¿qué es lo que escucha y comprende?
. Medite completa y directamente sobre estas palabras. Tome este koan como si empujara la espada preciosa del rey Vajra. Corte cualquier cosa que aparezca en su mente. Cuando surjan pensamientos de asuntos mundanos, córtelos. Cuando surjan nociones de Budismo también córtelas. En breve, destruya todas las ideas ya sean de realización, de Budas o de demonios y durante todo el día trabaje en la pregunta “¿Qué es lo que escucha este discurso?”. Cuando haya erradicado toda concepción y sólo quede la vacuidad, entonces corte también a través del vacío y su mente se abrirá con un estallido y se manifestará aquello que escucha. Persevere, persevere; no se detenga jamás a medio camino hasta que alcance el punto en que verdaderamente sienta que ha surgido de entre los muertos. Sólo entonces podrá resolver completamente la importante pregunta “¿Qué es lo que escucha este discurso?”.

Me temo que no le es posible escribirme con frecuencia por ello le escribo esta carta [detallada]. Después de leerla, tírela al fuego.

Fuente: "Los tres pilares del Zen" de Philip Kapleau

martes, 22 de julio de 2014

Morir tres veces


Maestra Zen Daehaeng Kun Sunim


El camino del despertar 
La iluminación no significa deshacerse de un «yo» no iluminado, para después hallar en otra parte un «yo» que sea un Buda. Debido a que eres un Buda, no existe un «yo» que debas desechar ni un  «yo» que debas encontrar. Preocúpate de deshacerte de la ignorancia y de los engaños, y así sabrás que eres un Buda y que, tal y como eres, ya estás completo. Si despiertas a esto, te reirás del gran esfuerzo que hiciste a fin de convertirte en ti mismo. Ésa será la risa de la paz y la alegría. 
La iluminación significa no verse nunca afectado por el vivir y el morir, aun cuando vivas en el mundo de la creación y la desaparición. Es también saber que no desechas este plano para ir a otro. Es saber que la iluminación existe en medio de la corrupción, en lugar de pensar que tienes que deshacerte de la corrupción a fin de alcanzar un estado separado de iluminación.
La iluminación es saber que no hay un «yo» absoluto que existe aparte del «yo» que en este momento está sometido a corrupciones, engaños y pesares. Es saber que pensar, oír y los pensamientos falsos se originan en Hanmaum1. Todo ello es iluminación. 
Si sólo prestas atención al vacío e ignoras el mundo material, si ignoras tus circunstancias presentes diciendo «todo es transitorio» o «no existe un "yo"», no estarás viviendo en el camino del medio. Si sólo ves un lado, pero no el contrario, te habrás desviado del camino del medio, sin el que no puede haber iluminación. 
Con el fin de comprenderte a fondo y alcanzar la iluminación, debes morir tres veces. Tras morir por vez primera, te encontrarás a ti mismo. Tras morir la segunda vez, aprenderás que no hay dualidad en las cosas. Y, tras morir por tercera vez, serás capaz de manifestarte en forma no dual. Es decir, debes superar tres etapas que no son fijas. Primero, devuelve a tu esencia todas las cosas y todos los obstáculos. Si te mantienes haciendo esto, acabarás descubriendo tu naturaleza esencial. Tras haber descubierto tu «yo» verdadero deberás liberarte incluso de ello con una mente sin mente. Si persistes en hacer esto, lograrás percibir que tú y toda la existencia no estáis separados. Finalmente, si continúas liberándote de este modo, incluso desaparecerá la mente sin mente, y alcanzarás el estado de vacío verdadero. En este punto, serás capaz de  manifestarte en forma no dual. Aunque las etapas son diferentes, el modo en que debes practicar es el mismo para cada uno: regresar a tu interior, ver todas las cosas como tú mismo, nunca como algo separado; y liberándote incluso de esto, seguir adelante. 
Si practicas con fe inquebrantable no existirán etapas en esa práctica espiritual, porque la verdad, en su totalidad, funciona de igual forma en cada lugar y tiempo; por eso es accesible para cada uno en cada instante. En este sentido, no existen etapas; pero, desde cualquier otro punto de vista, sí existirán. Por consiguiente, debes pasar a través de todas ellas y seguir adelante sin pereza.
 
Observar tu naturaleza interior 
La primera etapa de la práctica, que consiste en liberarse del «yo» no iluminado, dura hasta que conoces tu «yo» verdadero. En esta etapa, el practicante «muere» por primera vez y, al mismo tiempo, renace. 

El practicante necesita que la atención regrese a Juingong2 y que recoja todos los pensamientos que se le presenten, confiandoselos junto con todos los obstáculos y cuanto surja en su camino. Lo más importante es creer, tener una fe extremadamente sincera. También necesitas valor para que en cualquier momento puedas liberarte de la mente que está atrapada por diversas cosas y circunstancias. Necesitas valor porque cuando te liberas de este modo, muere todo lo que has pensado de ti mismo. 

En esta etapa se practica la ruptura de la ilusión del falso «yo», que se ha creado por medio de tu pensar discriminatorio. Si logras practicar de esta manera de forma consistente, puede decirse que realmente estás practicando seon3. Si profundizas en la práctica de liberarte del «yo» falso de manera auténtica, aparecerá la verdadera naturaleza en medio de este samadhi4. Es como el niño que nace tras el embarazo. Desde el punto de vista del «yo» del ser no iluminado esta práctica equivale a morir, porque estás confiando en todas las cosas a las que te enfrentas y estás liberándote de todos los apegos. Sin embargo; desde el punto de vista de Juingong2, éste es el proceso de nacer. 
Cuando aparece la verdadera naturaleza sientes una felicidad indescriptible. Sin embargo esto no es el final. A partir de aquí debes seguir avanzando desde la perspectiva de tu esencia, el verdadero hacedor. Aquí es donde comienza la práctica propiamente dicha. 
Aun cuando te hayas encontrado a ti mismo y te hayas convertido en uno con tu «yo» verdadero, todavía debes continuar practicando y avanzando. Éste es un periodo extremadamente difícil. Te sentirás muy cómodo debido a que ya conoces a tu verdadero «yo» y no estás atrapado por nada; de manera que es muy fácil que decidas quedarte en esta etapa pensando: «¡Ya lo tengo!», sintiéndote muy feliz y a gusto. Será como si estuvieses bebiendo el agua dulce del manantial de la vida, con la que ni siquiera habías soñado cuando andabas errante en medio del sufrimiento. Te va a parecer que has logrado mucho, y te será difícil incluso imaginar que existen niveles superiores de práctica. No pensarás en estos niveles porque nunca los has visto ni has oído hablar de ellos. Es más, cuando mires a tu alrededor, verás toda clase de personas que se hallan en niveles de existencia inferiores al que tú te encuentras, de manera que será muy probable que pienses que eres el mejor. Todo lo que está por encima es oscuro, mientras que lo que está por debajo es  claro. Debes darte cuenta de lo vulnerable que es esta etapa. Si no tienes cuidado, puedes extraviarte fácilmente.
Es sumamente difícil convertirse de repente en un iluminado perfecto. ¿Por qué? Pues porque has creado muchos hábitos a lo largo de incontables vidas, y resulta muy duro desprenderse de todos ellos de golpe. Por lo tanto, no pienses que debes liberarte de toda esa carga de una sola vez; por el contrario, continúa liberándote de las cosas a medida que van surgiendo. Al hacer esto puedes tener experiencias mientras profundizas en tu práctica. Al ir confiando estas cosas a Juingong2, ese karma se desvanece y los hábitos correspondientes desaparecen también. A medida que sigues liberándote más y más, vas creciendo. Y aun cuando despiertes repentinamente, no te alegres demasiado por ello. Debes morir una vez más, sin mantenerte separado de todo aquello con lo que te enfrentes. 

Convertirse en Buda
Durante la etapa del «morir» por segunda vez, el practicante comienza a tener capacidades misteriosas. Sin embargo, ésta es una de las cosas de las que debes liberarte y que tienes que desechar. Si se despierta cualquiera de «los cinco poderes sutiles5», y a medida que esto ocurra, libérate de ellos, pásalos a tu esencia y sigue avanzando. Debido a que te liberas con la mente sin mente de todo lo que viene a ti, tu situación será diferente de la de otros que puedan tener capacidades sutiles. Existen algunas personas que poseen este tipo de capacidades, pero suele ocurrir  que no conocen el principio de la no dualidad y no están acostumbradas a transferirlas a la esencia; en consecuencia piensan que tales poderes constituyen un tesoro maravilloso. Si alguien continúa aferrándose a estos poderes e intenta aumentarlos, no sólo estará perdiendo el tiempo al caminar por una senda que no puede conducirle a la libertad, sino que también correrá el gran riesgo de acabar volviéndose loco.  
Si comprendes que en definitiva todas las cosas han surgido de la mente, y si devuelves y confías incluso los poderes sutiles a tu mente fundamental, alcanzarás la llamada «mente sin mente». Se denomina así porque en ese estado la mente es naturalmente imperturbable. Si se profundiza en esta etapa de mente sin mente, ya no surgirán preguntas como ¿existe o no existe el «yo»? En esta etapa, el que ya eres es tan diferente del «yo», que los no iluminados suelen creer que pueden decir con propiedad que el «yo» no existe. Por otra parte, existe el que vive realmente en el mundo, de modo que también es correcto, desde otra perspectiva, decir que el «yo» existe. En otras palabras, la mente sin mente es un completo estado de vacío en el que incluso se está libre del pensamiento de la mente sin mente; no se trata de un estado en el que no haya nada, sino que es un estado perfectamente vacío capaz de hacer o de convertirse en cualquier cosa. 
Es el vacío lo que puede disolver todo sufrimiento e ignorancia, y en el que incluso se disuelve la mente sin mente. 

El Nirvana 
Debes «morir» una vez más, tras haber «muerto» ya dos veces. Además, lo has de mantener en secreto. Cuando alcances esta etapa, aunque exista claramente el «tú» y el «yo», tú te puedes convertir en mí, y yo puedo convertirme en ti, sin que ninguno sea «tú» o «yo». En esta etapa, llegas a comprender el poderoso principio de la manifestación. Puedes manifestarte de este modo debido a que la mente carece inherentemente de forma, por lo que puede aparecer en un número infinito de formas distintas. 
Tras «morir» totalmente por tercera vez, se abre la etapa de la manifestación. Se cuentan muchas cosas misteriosas acerca de esta etapa de manifestación. La historia del Sutra Vimalakirti-nirdesa, en la que Buda reunió quinientos parasoles y los convirtió en uno solo, no es únicamente un mito, es verdad. Como también es cierto que el parasol mostró todo lo que hay en el plano de Buda. En esta etapa, si permaneces sentado pacíficamente, te convertirás en un Buda; y si entonces te nace un pensamiento te convertirás en Bodhisattva y podrás cuidar de los seres no iluminados en todos los planos. No existen palabras para describir todo lo relativo a esta etapa. 
En consecuencia, liberarte tú sólo del ciclo de sufrimiento, nacimiento y muerte no es la etapa final de la práctica. A través de la verdad profunda y misteriosa que es el Buda-Dharma, puedes escuchar las necesidades de todos los seres no iluminados y también puedes salvarlos a todos. Puedes hacerlo con manos que no son manos y pies que no son pies. Todo esto es posible porque, por medio del poder del Buda-Dharma, se puede hacer cualquier cosa, incluso en el mundo material. Es decir, el Buda-Dharma abarca y gobierna todas las leyes del mundo material. El gran significado del Buda-Dharma es tan vasto y completo que se encuentra casi más allá de la comprensión. 
El verdadero Nirvana se alcanza mientras se está vivo, no tras haber muerto. Es más, cuando te liberes y deseches incluso el pensamiento de que has alcanzado el Nirvana, estarás en el auténtico Nirvana. Tras alcanzar este punto, sabrás cómo regresar al Nirvana de la existencia. Debes experimentar por entero el nivel en el que ya no existe un cuerpo material. En el que no hay nada. 

El sendero del medio
Cuando seas capaz de tratar con los planos de la iluminación y de la no iluminación de forma igual y armoniosa, estarás siguiendo el sendero del medio.
No hay necesidad de pensar que un lado carece de significado y el otro es precioso. Libérate de ambos lados. No hay necesidad de aceptar un lado y rechazar el otro. El impulso de aceptar o rechazar surge de tus propios pensamientos fijos. Abarca ambos lados; trátalos de igual forma. No se trata del pie izquierdo, o del derecho. Se trata de ambos a la vez, tal y como son. 
No hay necesidad de mantener una cosa y desechar otra. Es necesario que seas capaz de ocuparte de ambas al mismo tiempo. No es cosa de elegir una u otra. No te puedes perder en el vacío, y tampoco puedes perderte en lo material. Debes combinar el cincuenta por ciento que constituye el plano visible con el otro cincuenta por ciento que es el plano invisible. 
El sendero del medio significa vacío, la totalidad que abarca todos los extremos. 

La virtud y el mérito de despertar 
Si en verdad despiertas a la naturaleza fundamental de la mente, serás libre, te sentirás bien y dejarás de ser esclavo del ciclo de karma y renacimiento. Serás libre porque no te sentirás perturbado por nada que surja del interior o del exterior. El concepto fijo del «yo» habrá desaparecido. Te manifestarás como médico o enfermera, como juez, fiscal o abogado, como presidente, como campesino o como prostituta. A través de tu mente esencial, te manifestarás como cualquier cosa que sea necesaria. Te manifestarás de millones de maneras, sin límite, ocupándote de todas las cosas visibles e invisibles sin ningún impedimento. Ésta es la capacidad de una persona verdaderamente libre.
Una vez has despertado, debido a la verdad de que toda existencia está dentro de tu mente esencial, no hay nada que sea un beneficio, nada que no sea un poema, nada que no sea Dharma ni nada que no sea un tesoro. 
Si una persona despierta, se esparcirán por todo el mundo incontables semillas de ese despertar. Aunque sea difícil, si una persona se ilumina se esparcirán por todo el mundo y por otros planos un número incontable de semillas que apoyarán y guiarán a todos los seres. 

Notas

1Hanmaum: «Han» significa «uno», «grande» y «combinado», mientras que «maum» significa «mente», al igual que «corazón», y también significa la conciencia universal, que es la misma en todas las cosas y lugares. De modo que Hanmaum significa tanto el estado en el que todo se halla interconectado en la unidad como la actividad por la cual todo vive y opera en conjunto como una totalidad.
2Juingong: Daehaeng Sunim ha descrito a Juingong como la mente esencial con la que está dotado cada uno de nosotros, y que conectada directamente con cada cosa. «Juin» significa «el verdadero hacedor», y «gong» significa «vacío». Por ello, Juingong es nuestra naturaleza verdadera, nuestra esencia verdadera, que siempre está cambiando y manifestándose, y que carece de forma fija.
3Seon: En chino, «Chan»; en japonés, «Zen».
4Samadhi: Este término ha sido definido de diversas maneras, pero se suele describir como un estado de conciencia no dual en el que se comprende claramente que sujeto y objeto no están separados.
5Los cinco poderes sutiles: Son la capacidad de oír cualquier cosa en cualquier lugar, la capacidad de ver cualquier cosa en cualquier lugar, la capacidad de conocer los pensamientos y sentimientos de otros, la capacidad de conocer las vidas pasadas, presentes y futuras, y la capacidad de aparecer en cualquier lugar sin trasladar el cuerpo.


Fuente:
Capítulo 7 del libro "Ningún río que cruzar" 
de la Maestra Zen Daehaeng Kun Sunim


miércoles, 2 de julio de 2014

Atrapar al Buda




El ego no puede atrapar al Buda

En marzo de 1997 el templo zen de la Gendronnière acogió un encuentro dedicado a "La conciencia" con la participación de científicos de diversos campos y religiosos de distintas escuelas. Gérard Pilet, monje zen y filósofo, hizo un planteamiento general de la conciencia y la relacionó tanto con la filosofía como con la tradición del zen.

La 'conciencia' es un tema muy vasto, sin duda es uno de los más profundos que existen. Por eso es también uno de los más difíciles de abordar con palabras. No tengo la intención de presentar una panorámica general de qué es la conciencia, sino de abordar determinados aspectos concretos que están en relación con la práctica de la Vía: zazen, que es lo que nos concierne.

La palabra 'conciencia' (consciencia) viene del latín conscientia, que quiere decir "acompañado de saber". Es decir que la conciencia, bajo la forma que nos resulta más fácilmente abordable, es en primer lugar "saber lo que se hace", no solamente saber hacerlo, sino también saber qué es lo que se está haciendo, esto es lo que se llama conciencia reflexiva, por oposición a la conciencia inmediata.

Esta conciencia reflexiva instaura una separación entre el ser humano y sí mismo, entre el ser humano y el mundo. Una separación entre el ser humano y sí mismo, en la medida en que el ser humano se toma como objeto de conciencia. Una separación entre el ser humano y su mundo, en la medida en la que, con la conciencia, el hombre no está simplemente en el mundo sino también de cara al mundo, un mundo que él vive como cosa a pensar, realidad a pensar, realidad a comprender, realidad a transformar, realidad a modificar. Esta conciencia refleja es una especie de espejo con el cual me reenvía lo que hago, una especie de pensamiento reflexivo que va a instaurar la dualidad entre yo y yo, entre yo y el mundo exterior, es decir, en cierta forma la dualidad entre el sujeto y el objeto.

Por esta razón algunos filósofos, Husserl por ejemplo, decían que la conciencia es siempre conciencia de algo. Querían decir con esto que no hay conciencia sin objeto. Se verá enseguida que esto es cierto para la conciencia reflexiva, pero que esto no es forzosamente verdad para otras formas de conciencia. Pero Husserl, creo que no tuvo la ocasión de experimentar estas otras formas de conciencia. Éste es también el sentido de la fórmula de Descartes "Pienso, luego existo", que significa de hecho "Pienso, luego sé que soy". Puesto que pienso, ya no me contento sólo con ser, ahora también lo sé: siempre esa conciencia reflexiva.

Como podéis ver, esta conciencia reflexiva es el origen de lo que se llama el sentido del 'yo', el ego. Este sentido del yo, entraña la conciencia de separación entre este ego y lo que no es este ego, es decir el mundo: cuando no hay ego, el mundo ya no existe, en tanto que realidad que se encuentra en el exterior de mí. Y cuando ya no hay 'yo', ya no hay 'tú', y cuando ya no hay 'tú', no hay 'yo'. Es una verdad filosófica que tiene su importancia. Además, cuando se abandona el sentido del ego, 'lo otro' deja de existir, que es de hecho la raíz última de la compasión.

Hay mucha gente que se sorprende de ver la compasión desmesurada, sin resquicio, de la que dan prueba los maestros realizados, ya sea en el zen, el budismo o el hinduismo. Las personas que se han realizado, que han seguido la Vía y que han completado esta Vía, tienen una compasión ilimitada. Pero incluso, para ellas no es compasión puesto que no hay 'el otro'. No hay 'el otro', porque ya no hay 'yo'; es decir, que el hecho de dar es para ellas una cosa natural. Cuando ya no hay conciencia de que 'el otro' es 'otro', entonces todo es 'yo'.

Esta conciencia reflexiva no existe en el sueño profundo. Mientras estáis en un sueño profundo, dormís pero no sabéis que dormís. Es decir la conciencia acompañada de saber no existe. Lo que caracteriza al sueño profundo es, justamente, que no se sabe que se duerme. Si uno dice "Yo duermo", es que no duerme. El sueño profundo es, pues, el abandono de esta conciencia reflexiva: "Yo duermo sin saber que yo duermo y, si duermo verdaderamente, no puedo saber que duermo."

El sueño con sueños es una conciencia intermedia entre la conciencia de vigilia y el sueño profundo, porque soñando hay, en efecto, una cierta conciencia de sí. En estos sueños se interviene, sea de manera indirecta o bien sea directamente. En revancha, yo no sé que mi soñar es soñar porque yo no sé que duermo, ésta es la ilusión propia del estado de soñar. Generalmente, uno permanece en uno de estos tres estados de conciencia: la conciencia reflexiva, la conciencia propia de estado de soñar y la conciencia propia del sueño profundo.

Sin embargo, las diferentes vías espirituales de la humanidad ponen el acento sobre la existencia de otras formas de conciencia, de otros niveles de conciencia. Así, por ejemplo, en el zen, los maestros de la transmisión nos hablan de la conciencia hishiryo. Ésta no es la conciencia de la que se hablaba hace un momento, la conciencia reflexiva. Hishiryo no es la conciencia reflexiva porque en ella ceso de identificarme con los contenidos de mi pensamiento. Y por esta no-identificación se manifiesta la emergencia de otro estado de conciencia. Es lo que se llama a veces el espíritu de Buda.

Si la conciencia normal, reflexiva, se vuelve y trata de enfocar este espíritu de Buda, entonces este espíritu de Buda se evapora inmediatamente. Sensei nos decía a menudo: "Si dices 'yo soy Buda', ya no lo eres." "Si durante zazen os decís: 'Estoy verdaderamente bien, esto es el samadhi, esto es el nirnava, yo soy Buda', en este momento dejas de ser Buda." Esto quiere decir que si la conciencia de 'yo', si el sentido del ego, viene a interferir aunque sólo sea un poco con este espíritu de Buda, este espíritu de Buda no se puede manifestar. Este espíritu de Buda se manifiesta cuando cesa el espíritu del 'yo', el sentido del ego, la conciencia reflexiva.

Esto tiene el mismo sentido que lo que Sensei nos decía de que Buda es como un gato. El gato, si quieres cogerlo, se escapa. Si no tienes la intención de agarrarlo, viene a instalarse sobre tus rodillas. Si no buscáis nada, si no queréis tomar, sujetar, el gato gato viene a instalarse sobre vuestras rodillas. Buda viene a instalarse sobre vuestras rodillas.

Esta conciencia de hishiryo, este espíritu de Buda, suprime la dualidad creada por la conciencia reflexiva entre el entre yo y el yo, entre yo y el mundo. Por esto es por lo que dicen los maestros de la transmisión que durante zazen se puede ser los árboles, la naturaleza, el bosque, el océano, el cosmos y todas las cosas; porque el sentido del ego no puede existir, la conciencia reflexiva ya no existe. Además, en este momento cesa la separación entre sujeto y objeto producida por la conciencia reflexiva. Por eso para conocer al Buda no hay más que una solución: ser Buda. Si no sois Buda, no podéis conocerlo. No se puede asir al Buda como la conciencia reflexiva agarra un objeto de conciencia: "tomo conciencia de la sala, tomo conciencia de la luz", pero al Buda no podéis nunca tomarlo como objeto de conciencia. La dualidad sujeto-objeto no cuenta en lo que concierne al espíritu de Buda, por eso, si tratáis de asirlo, se va. El gato se va. El ego no puede atrapar al Buda. No hay más que una solución para manifestar al Buda, es el abandono del ego, es decir el abandono de la conciencia reflexiva.

Ahora podéis comprender las palabras de este filósofo, Husserl, que, dicho sea de paso, era un filósofo bastante profundo: "Toda conciencia es conciencia de algo". Esto es cierto para todo lo que se refiere conciencia reflexiva, pero pero no es cierto para la conciencia hishiryo, es decir para las formas de conciencia supramentales y para las formas de conciencia superiores a la conciencia ordinaria.

En el marco de la experiencia de Buda, de la experiencia de hishiryo, la conciencia no es conciencia de ninguna cosa. Se es Buda, no se ve al Buda. No puede haber yo y Buda simultáneamente, ni yo que perciba al Buda. Esto es imposible.

Por eso, si el ego vuelve a la carga y dice: "Yo soy Buda", se está nuevo en la ilusión. Se sitúa uno en la conciencia separativa, en la conciencia reflexiva, salvo que nuestro nivel de realización espiritual sea tan fuerte que cuando digamos 'yo' no apuntemos al 'ego'. El Buda, por ejemplo, cuando decía 'yo', su 'yo' no designaba a Shakyamuni, el ego; su 'yo' se refería al conjunto del cosmos. Cuando decía "Yo he experimentado la iluminación bajo el árbol de la bodhi", su 'yo' no era el yo de su ego, puesto que él no tenía ego. Por eso también dijo: "Todas las existencias han experimentado el despertar bajo el árbol de la bodhi al mismo tiempo que yo".

No podía ser de otra forma, en caso contrario la experiencia de Buda no habría sido auténtica. Si la experiencia del despertar es verdadera, no podéis estar despiertos y los demás en la ilusión. Despertáis y los otros despiertan al mismo tiempo que vosotros. Los otros están en el despertar con vosotros y al mismo tiempo que vosotros, dado que ya no hay egos. Ésta es la experiencia del supremo samadhi.

Con toda seguridad, aquellos que no viven esta experiencia y leen los escritos de estos seres pueden equivocarse completamente. He escuchado a algunas personas decir que Buda o aquel maestro eran unos megalómanos, neuróticos. ¡En absoluto! Están ciertamente del otro lado que ya no residen nunca en los registros del ego. Cuando dicen 'yo' no lo hacen desde el 'yo' del ego, desde el 'yo' de la conciencia reflexiva.

Cristo decía a menudo: "El reino de los cielos pertenece a los niños", a los que se parecen a los niños. Esto es interesante por referencia al problema de la conciencia, del niño pequeño; el bebé, no tiene conciencia de sí. La conciencia de sí comienza a partir del año y medio o poco más. Llega poco a poco al mismo tiempo que el lenguaje, de forma progresiva.

Cuando esta conciencia de sí no está todavía manifestada, el niño se refiere a sí mismo por su propio nombre y no usa nunca el 'yo' al hablar de sí mismo. Posteriormente, cuando la conciencia de sí está bien establecida, dice yo, mí. Pero al comienzo en el bebé, en el niño, no hay conciencia de sí. Las palabras de Cristo quieren decir entre otras cosas: "Si queréis entrar en el reino de los cielos, es preciso que abandonéis el sentido del ego, la conciencia del ego, el nivel de la conciencia reflexiva y que os aliéis con otro nivel de conciencia: volverse como un niño." 

Los maestros realizados, los sabios realmente realizados, parecen a menudo niños pequeños. Las personas le decían a veces a Sensei: "Parece usted un niño en sus reacciones." Con muchos sabios realizados se tiene la sensación de estar delante de un niño grande, pero este niño grande no es un bebé; es un bebé en la supraconciencia de sí, en el más allá. El bebé se parece, porque el germen de la conciencia del ego no está todavía desarrollado, mientras que el sabio es así, porque no le queda ningún germen de la conciencia del ego.

Como ya os he dicho, la conciencia de sí es la conciencia que separa el yo del mundo: si hay yo, hay algo que es no-yo, es decir el otro, el mundo.

Gérard Pilet


martes, 17 de junio de 2014

Ikkyû en historieta






En el siglo XIV, vivió en Japón Ikkyû, un monje puro que se rebeló contra el poder y se mofó de los monjes budistas y de su hipocresía, escogiendo vivir libre y alegremente entre el pueblo llano... 





Extractos del cómic "Ikkyu" de Hishashi Sakaguchi (Editorial Glénat)


Fuente: Avaxhome

sábado, 23 de marzo de 2013

Extraviarse


Tulku Urgyen Rinpoche

En mi tradición, el samadhi verdadero no es un resultado de la concentración, de fijar o de enfocar la mente. El samadhi verdadero es el original, vacuo y sin fundamento estado que es la naturaleza de nuestra presencia. Este no es un producto, no es una cosa que es mantenida o sostenida a través del acto de meditar; de ninguna manera. Es un reconocimiento de la presencia básica a la que se le permite continuar.

Podemos tener tres clases de actividad de pensamiento. La primera se llama ‘pensamientos superficiales’. Es el pensamiento burdo normal por medio del cual etiquetamos los diferentes objetos en nuestro campo de experiencia y nos involucramos en una respuesta emocional hacia ellos. El segundo tipo de pensamiento es una ‘corriente subterránea de pensamientos’.

Es un comentario mental sucesivo que en realidad no notamos. Hay un tercer tipo de actividad de pensamiento, un movimiento de pensamiento en el que nos involucramos cuando ‘meditamos’. Nos sentamos y mantenemos un sujeto y un objeto: hay un ‘yo’, o aquel que se percata, y el estado de ‘samadhi’, este sentido de claridad y de presencia. Este crea el sentimiento, “¡Ahora este es el estado y está continuando!” Ello no es plenamente formulado un obvio. Muy a menudo, la práctica de meditación es un ejercicio para cultivar ese estado conceptual. Luego, pensamos que el estado de meditación duró por mucho tiempo. Lo que realmente duró fue la noción sutil de sujeto y objeto, apareciendo como claridad, como una nitidez, o como una atención mantenida. Este no es el estado del samadhi verdadero que está totalmente libre de construcciones o fabricaciones hechas en casa. Aquí la frase clave es ‘originalmente vacía y sin fundamento’, un estado que de ningún modo requiere de nuestra elaboración.

La gente a menudo experimenta un cierto cansancio después de esta meditación más bien conceptual. Esta fatiga es una proporción exacta de cuánto esfuerzo fue aplicado para mantener el estado. Una vez que abandonamos, notamos cuán cansados estamos. Ahora traten en su práctica de meditación de no mantener cualquier cosa que sea. Deberíamos estar libres no sólo de los pensamientos superficiales y subyacentes, sino también de las profundamente asentadas construcciones de pensamientos, que son lo que conceptualiza el estado de meditación.

El aspecto más importante del punto de vista es estar libre de sostener cualquier noción acerca de ello. Cualquier idea que mantengamos acerca del punto de vista es una cadena. No importa con qué clase de cadena se sujete un pájaro, no puede volar. Cualquier concepto mantenido durante el estado de meditación es como un grillete.

Especialmente estén libres de las nociones sutiles de un ‘sostenedor y de aquello que es sostenido’. Aquello que es sostenido es lo que escuchamos o leemos al respecto: alguna clase de presencia, un estado despierto de par en par. El sostenedor es el juez que juzga si está sucediendo o no. Si no ocurre, entonces tratamos de restaurarlo, el cual es el acto de sostener.

En entrenamiento de meditación verdadero debería estar libre de sostenedor y sostenido. El punto de vista último es el mismo, sin considerar si lo llamamos Dzogchen, Mahamudra, o Madhyamika. Frecuentemente se lo llama ‘cortar de lado a lado’ o el ‘corte completo’. Como ésta cuerda en mi mano [Rimpoche sostiene un cordón de protección], la cuerda de la formación de pensamientos es lo que mantiene al samsara continuando. Entre los cinco agregados, éste es el agregado de la formación y que es perpetuado constantemente por nuestros pensamientos. Es una de las tres clases de pensamientos mencionada arriba. Cuando nos sentamos a meditar, despejamos la conceptualización burda normal. Al estar atentos, no somos subyugados realmente por la corriente subterránea de pensamientos inadvertidos. No obstante, lo que sucede entonces es que nos quedamos con, “Ahora está aquí, no estoy distraído.” O “Es esto, o sí, bien,” que sigue y sigue a lo largo de la sesión. No somos conscientes de que estamos formulando algo y manteniéndolo continuamente en la mente. ¡Cuán agotador!

Pensar, “Este es el estado vacío” es el movimiento de pensamiento sutil que ocurre durante la meditación. Cuando se descansa en el punto de vista verdadero no necesitamos formular cualquier cosa que sea. La naturaleza de la mente ya, es, vacía originalmente y sin fundamento. Reconociendo simplemente esto y dejándolo ser es el punto de vista. La mejor relajación produce la mejor meditación. La relajación debería ocurrir no sólo desde el exterior, sino profundamente desde adentro – dejándola ser totalmente. Eso es diferente de mantenerse unidireccionalmente en el cuerpo, la respiración y la mente. En la práctica de Dzogchen, como he mencionado, uno de los puntos claves es ‘momentos cortos, repetidos muchas veces’. Con momentos cortos no nos cansamos mucho durante la práctica. No practicando momentos cortos, muchas veces; si no tratando de sostener un estado continuo es una forma de apego. No es lo mismo que el apego mundano que dejamos atrás durante nuestra meditación. En cambio hay un apego hacia el ‘sabor’ del punto de vista, la sensación de ello. Tememos que se nos deslizará por nuestros dedos, caerá a pedazos, o desaparecerá a causa de nuestra distracción. Para contrarrestar eso, mantenemos la noción del punto de vista y tratamos de mantener continuamente el estado. Eso todavía es apego y el apego es lo que hace sobrevivir al samsara.

No estoy dirigiendo algún reproche hacia ustedes. Esto es meramente como samsara es. Es una perpetuación de los cinco agregados. Necesitamos estar libres de todos los cinco agregados por medio del entrenamiento genuino de meditación. Por lo tanto, no ayuda sentarse mientras continúa el agregado de la formación.

Los cinco agregados son muy sutiles – el acto de cognición, el acto de formar estados conceptuales, el acto de percepción y así sucesivamente. Los cinco agregados están sostenidos de la manera más sutil por la forma momentánea de los pensamientos. Salvo que puedan salir de eso, no podrán salir de crear samsara adicional. Este es un punto esencial.

Lo más importante es estar libre de la fascinación, la adhesión sutil al sentimiento de meditación. Primero nos relajamos totalmente. Nos relajamos tanto y disfrutamos semejante plácido, sentimiento de libertad que algunas veces no notamos más nuestro cuerpo físico.

Experimentamos, “Esto es mucho más agradable que el estado normal. ¡Me gusta! ¡Me debería sentir así todo el tiempo! No quiero perderlo. Veré si tan sólo puedo mantenerlo andando.” Esta manera de pensar no es ninguna otra cosa que apego ¿no es el apego de lo que deberíamos tratar de apartarnos? La mejor manera de hacer eso es practicar momentos cortos repetidos muchas veces.

El apego sutil, la ‘re-forma’ del samsara con cada momento que pasa, puede parecer muy seguro porque es un estado de meditación supuesto. No obstante, el apego es, sin importar cuán sutil, nuestro archí enemigo, el viejo demonio que retorna para excitar a las tormentas samsáricas de las emociones perturbadoras. Todo los seres tienen naturaleza de Buda. ¿Qué es exactamente esta naturaleza de Buda? Es la cualidad despierta original. El espacio físico es vacío. Nuestra naturaleza también es vacía pero es diferente del espacio físico, a causa de la cualidad de conocer. Si nuestra naturaleza fuera meramente como el espacio físico, no habría ni cualidad despierta ni conciencia dualista. Pero tenemos ambos. Si bien poseemos la naturaleza de Buda de la original, cualidad despierta no-dual, pareciera estar subyugada u ocupada por nuestro encuadre mental dualista que experimenta siempre en términos de sujeto y objeto. Aun durante la meditación, hay un sostenedor y aquello que es sostenido. Esto es muy diferente de los budas. Aquello que impide a la naturaleza de Buda de permanecer estable en sí misma es la tendencia hacia la conciencia dualista. ‘Buda’ significa simplemente que esa conciencia dualista no está atrapando a la naturaleza de Buda, en sí misma. La naturaleza de Buda es estable, sin cualquier dualidad.



Cuando alguien tiene un caso en la corte, discuten acerca de lo que es verdadero y lo que es falso. Los casos de la corte son usualmente acerca de dos puntos de vista opuestos o demandas. Durante la sesión de la corte, la disputa tiene efecto y finalmente, el caso de lo que es verdadero y lo que es falso es establecido. Arribar al punto de vista es como aquello. El estado samsárico está sobre un lado del estrado y el estado iluminado está sobre el otro lado.

Tenemos que establecer cuál es y cuál no es verdadero. El veredicto final es que la conciencia dualista es culpable mientras que el estado despierto original es intachable y gana el caso.

El entrenamiento en el samadhi verdadero comienza después que hemos establecido el caso en la corte; entonces, pueden entrenarse en lo que es verdadero. Para arribar a lo que es verdadero, simplemente tenemos que mirar muy cuidadosamente. Después podemos determinar verdaderamente el caso respecto a cómo la naturaleza de nuestra mente es. Si tratamos de encontrarla, no podemos. La naturaleza de la mente nunca puede ser encontrada como una ‘cosa’, como un bulto esperando en algún lugar para ser desenterrado. Aun si continuamos buscando por un billón de años por esa ‘cosa’ llamada naturaleza de la mente, nunca podremos hallarla en una concreta, forma material. Porque, porque es vacía. Podemos establecer esto a través de nuestra experiencia cuando busquemos la mente. Podemos descubrir personalmente esto y finalmente decir, “Sí, es vacía, la he buscado y no puedo encontrarla.”

Sin embargo, al mismo tiempo, no es una ausencia completa o un vacío, igual a nada sea lo que sea porque todavía podemos sentir, conocer y experimentar. Eso es totalmente obvio, ¿correcto? Podemos establecer aquel caso también. Ahora no debería haber duda, sospecha que la naturaleza de nuestra mente es vacía y cognoscente. Asegúrense de que establezcan esto de una vez y por todas.

La palabra ‘establecer’ o ‘decidir’ en tibetano significa literalmente ‘tocar los cuernos’. Cuando dos yaks están involucrados en una colisión de frente, sus cuernos se resbalarán y tocarán fondo. Un yak sólo no puede hacer eso. Lleva dos. Deben tener dos cosas – una que es falsa y una que es verdadera. Cuando toquen fondo, se hace obvio cual es cual.

Cuando Buda dice, “La naturaleza de la mente es vacía,” no es suficiente con escuchar simplemente eso. Necesitamos descubrirlo por nosotros mismos. Cuando buscamos la naturaleza de la mente y no la hallamos, en ese punto chocamos de frente con la verdad. La mente no sólo es vacía sino también cognoscente. Mientras percibe, todavía es vacía. ¿Es esto algo que necesitemos hacer – hacer a la mente vacía? ¿Es ella de nuestra hechura o no? No, ya es vacía. Esto es a lo que se llama ‘originalmente vacía y sin fundamento’. Todo lo que debemos hacer es reconocer que así es tal como ya es. Aparte de eso, la meditación no es algo en lo que necesitemos sentarnos y sí hacer a la mente primordialmente vacía y sin fundamento. Simplemente necesitamos permitirle ser lo que ya es. Ese mismo es el entrenamiento.  Reconocer esto no los agotará. 

Esto es porque es tan importante reconocer el punto de vista. En el punto de reconocer genuinamente el punto de vista sólo hay una única esfera, la identidad única de los tres kayas. En el momento que reconocemos, el nirvana, no es algo para ser conseguido y el samsara no es más algo para ser abandonado. Así es como el samsara y el nirvana ‘fluyen juntos’ y están contenidos dentro de una única esfera. En términos generales, el samsara es definitivamente para ser abandonado y el nirvana es para ser logrado. ¿De un modo práctico como vamos a deshacernos del samsara y lograr el nirvana? Aquí es cuando la importante cita llega, ‘Conocer una cosa, libera todo’.

Cuando vamos más allá del aceptar y el rechazar, todo es unificado. Mientras aceptemos y rechacemos, todavía hay algún apego y adherencia. Los tibetanos dicen algunas veces de un meditador, “¡Terrible! Ese yogui está realmente más allá de la fijación. No acepta o rechaza cosa alguna. Su fijación ya colapsó. Es como el cielo.” Si pensamos que necesitamos deshacernos del pensamiento y lograr la sabiduría; todavía hay dos pensamientos; el pensamiento de abandonar una cosa y el de obtener alguna otra. Esto es aceptar y rechazar.



Aun nutrimos esta dualidad – una cosa para eliminar, otra para ser conseguida. Aceptar y rechazar todavía es un pensamiento sutil. Una vez que dejamos ir a la fijación, no hay aceptar y rechazar.

En un capítulo previo cité a Vimalamitra mencionando tres tipos de liberación. Una es cuando un pensamiento es libertado como al encontrar a una persona que ya conocen. El segundo es como un nudo en una serpiente que se desata por sí mismo. El tercero es como un ladrón entrando en una casa vacía. Esto es hablar acerca de los grados de estabilidad en el estado natural. Por el contrario, la práctica se vuelve como el dicho: “Saber cómo meditar pero no como ser libre, ¿no es eso igual a los dioses de la meditación?” Los dioses de la meditación son seres clavados enteramente arriba en los niveles más elevados del samsara llamados la ‘cúspide de la existencia’. Ellos están meditando, pero no sean como ellos.

En Bangkok hay algunos ejemplos desafortunados de dioses de la meditación a los que supuestamente se los llama arhats. Los cuerpos de unos cuantos monjes están preservados en un estado en el que no están ni muertos ni vivos; el ejemplo perfecto de conocer cómo meditar pero no como ser libres. Han pasado unos cuantos años desde que fallecieron, y han permanecido en un estado bloqueado. Están en una ‘vacuidad congelada’, en un estado de cesación al que no se le permite disolver. Este estado de cesación sucede antes de que realmente fallezcan.

Cuando estuve en Malasia, un monje volvió de Bangkok y dijo “Mi maestro todavía está ahí en su cuerpo. Luce exactamente igual. No está podrido. No se ha descompuesto. No me atreví a cremarlo, así que regresé.” Esta gente está en meditación no en la liberación. Esto es lo que se les transmite cuando se les dice que no obtengan la iluminación a través del shamatha. Shamatha siempre tiene un punto de referencia. Estos seres están inmovilizados en ese punto de referencia que no se disuelve una vez que se han vuelto prácticos en ello. Es por supuesto un estado muy impresionante de concentración meditativa; pero, quedarse en un pensamiento estable no puede ser llamado liberación. 

Permanecer en aquel estado después que aparentemente hemos fallecido significa que nuestro tiempo de vida, mérito y poder ha sido utilizado enteramente todo pero todavía nos demoramos. Si queman el cuerpo producen el mal karma de matarlo. Es muy difícil revivir a tal persona; necesitan un yogui, un meditador real para eso. Lo mejor es llevar a cabo la transferencia de conciencia por él. El estado de cesación tiene un límite de tiempo y en algún punto la persona despierta nuevamente. Entonces piensa “¡Oh no! ¡He estado desperdiciando todo este tiempo. Fue totalmente insustancial. De ninguna manera fue de utilidad!” Desarrolla puntos de vista erróneos, pena e ira; y semejante encono fácilmente puede ‘abrir la puerta’ para un  renacimiento en el infierno. “¡He usado todos estos años meditando y no he obtenido ni siquiera el valor de una taza de agua de beneficio!” La duración de este estado, depende de la fuerza y la estabilidad detrás de ello, puede durar por muchos años.

Había muchos meditadores así en la parte oriental de Tibet. Algunos chinos trabajando en el área fueron adentro de las cuevas donde los cuerpos atrapados en un shamatha inerte estaban sentados. Los abrieron cortando los estómagos y extrajeron una sustancia que es usada para hacer pólvora. Algunos de los interiores de los cuerpos estaban casi igual a la carne roja fresca. El corazón, los intestinos, todo estaba ahí. He escuchado que en algunas cuevas había cinco o seis de ellos sentados juntos. Pueden permanecer por mil años. Están sentados, sin mirar; sus ojos no están abiertos. El cuerpo permanece inmóvil, como en hibernación. El estado de la mente es, sin embargo, una especie de estupidez. No he ido allí yo mismo, pero otro Tulku en Kham fue y me contó que hay tres o cuatro de estos meditadores desecados sentados allí. El no sabía por cuánto tiempo. Estos trabajadores chinos deshicieron a tajazos a muchos y los hicieron naufragar.

En los tantras hay una cierta técnica llamada el ‘método para revivir a un rishi’. Tienen que remojar el cuerpo en agua tibia por un tiempo prolongado. El cuerpo entonces empezará a moverse un poco; las energías empezarán a circular. Vierten medicina dentro del estómago.



Le dan resucitación boca a boca. Lentamente comenzarán a respirar otra vez. El maestro que hace esto, susurra al oído “Ahora despierta del estado de cesación. Has estado en un sendero equivocado.” No he visto el texto pero sí existe.

Esa clase de texto es al mismo tiempo una instrucción de indicación para el vipashyana. Lo que dicen es “Correcto, lo has hecho muy bien. Ahora es suficiente shamatha. Ahora deberías practicar la esencia de este estado de shamatha, que se llama vipashyana.” No sé exactamente cuánto, pero este estado congelado tiene su medida o duración propia. Cuando la fuerza se usa enteramente o cuando la virtud se agota, porque de cierta manera es virtud, la persona revive naturalmente, despierta de nuevo. Tal como despertar de un sueño. Finalmente, cuando despiertan, fallecen después muy pronto.

Hay otra historia similar involucrando a mi padre Chimey Dorje. Una vez fue a una ceremonia de longevidad a una casa en la que el cocinero posiblemente era un meditador de shamatha muy diligente. Antes en Tibet oriental servían el té de grandes jarras de arcilla.

Durante la ceremonia él entró por el portal sosteniendo tal jarra de té. Estaba justo parado ahí, sin entrar o salir. Se hundió en un estado de shamatha inerte. Mi padre dijo “No lo molesten o lo despierten. De otra manera soltará la marmita y estallará por todo el lugar.” Tales marmitas de té están muy calientes. De modo que Chimey Dorje le permitió estar de pie allí sosteniendo esta gran jarra de té. Dijo “Veamos cuanto dura. Dejémoslo estar.” Pasaron tres o cuatro horas y nada sucedía. La gente comenzó a asustarse de que no despertaría o soltaría la cosa entera.

Chimey Dorje salió de su asiento y caminó desde el otro extremo hacia él. Cerca de su oreja le susurró su nombre. Despertó. Entonces mi padre le preguntó qué sucedió. El cocinero respondió, “¿Qué quiere decir con qué sucedió? Estoy entrando con el té.” Era muy diligente, así que debió haber hecho un buen progreso en alguna clase de estado de shamatha inerte.

Acá esta otra historia acerca de extraviarse en shamatha. Un lama de la provincia de Golok de Tibet oriental se acercó a ver al gran Jamgön Kongtrül Lodrö Thaye. El lama le contó a Jamgön Rimpoche que había permanecido en una casita de retiro meditando por nueve o diez años, “Mi práctica ahora es muy buena. A veces tengo algún grado de clarividencia. Donde quiera que ubico mi atención sobre algo, permanece inconmovible; ¡me siento tan quieto y sereno! Experimento un estado totalmente sin pensamientos y sin conceptos. Durante largos períodos de tiempo no experimento nada sino gozo, claridad y no-pensamiento. ¡Diría que mi meditación ha sido bastante exitosa!”

“¡Oh qué lástima!” fue la respuesta de Jamgön Kongtrül.

El meditador se fue levemente abatido, sólo para retornar a la mañana siguiente. “Honestamente, Rimpoche, mi práctica de samadhi es buena. Me las he arreglado para igualar todos los estados mentales de placer y dolor, los tres venenos de la ira, el deseo y la opacidad ya no tienen real asidero sobre mí. Después de meditar por nueve años, pensaría que este nivel está muy bien.”

“¡Oh qué lástima!” rebatió Jamgön Kongtrül.

El meditador pensó, “El tiene la reputación de ser un maestro eminente más allá de la envidia, pero me suena como si levemente me envidiara.¡Me pregunto!” Entonces dijo, “Vine aquí para preguntarle acerca de la naturaleza de la mente por motivo de su gran reputación. Mi meditación durante el día es excelente; de ningún modo estoy preguntando en torno a eso. ¡Estoy muy satisfecho! Sobre lo que quiero preguntar es como practicar durante la noche, ahí es cuando experimento alguna dificultad.”

La réplica de Jamgön Kongtrül nuevamente fue sólo “¡Oh qué lástima!”

El lama pensó, “¡Realmente me envidia! ¡Probablemente no tiene ni una fracción de los poderes clarividentes que yo tengo!” Cuando el meditador explicó su clarividencia, “Para mí de ninguna manera es problema
ver tres o cuatro días dentro del futuro,” Jamgön Kongtrül dijo otra vez, “¡Oh qué lástima!”



El meditador se fue a su alojamiento. Debe de haber comenzado a dudar de sí mismo, porque después de algunos días regresó y dijo, “Estoy regresando a mi retiro. ¿Qué debería hacer ahora?”

Jamgön Kongtrül le dijo, “¡Ya no medite más! ¡Desde hoy en adelante, abandone la meditación! Si quiere seguir mi consejo, entonces vaya a casa y permanezca en retiro por tres años, ¡pero sin meditar siquiera en lo más mínimo! ¡No cultive el estado de quietud tan siquiera en lo más mínimo!”

El meditador pensó para sí, “¡Qué está diciendo! Me pregunto por qué; ¿qué significa? Por otro lado, supuestamente es un gran maestro. Lo intentaré y veré qué sucede.” Así que dijo, “Está bien, Rimpoche,” y se fue.

Cuando volvió al retiro, pasó un tiempo muy complicado tratando de no meditar. Cada vez que simplemente lo dejaba ser, sin el intento de meditar, siempre se hallaba a sí mismo meditando otra vez. Posteriormente dijo, “¡Aquel primer año fue tan difícil! El segundo año fue en cierto modo mejor.” En este punto, halló que en el ‘acto de meditar’ había estado simplemente manteniendo su mente ocupada. Entonces entendió lo que Jamgön Kongtrül quería dar a entender al decir “No medite.”

En el tercer año alcanzó la verdadera no-meditación, dejando el cultivo deliberado totalmente atrás. Descubrió un estado del todo libre del hacer y el meditar; por dejar simplemente a la presencia exactamente tal como naturalmente es. En ese punto nada espectacular tuvo efecto en su práctica, tampoco ninguna clarividencia especial. Además, sus experiencias de meditación de gozo, claridad y no-pensamiento se habían desvanecido, después de lo cual pensó, “¡Ahora mi práctica de meditación está totalmente perdida! ¡Mejor regreso y consigo más consejo!”

Retornando ante Jamgön Kongtrül y relatando su experiencia, Rimpoche replicó, “¡Bien siga así! ¡Bien siga así! ¡Aquellos tres años hicieron a su meditación exitosa! ¡Bien siga así! Jamgön Kongtrül continuó, “No necesita meditar por mantener deliberadamente algo en la mente, pero tampoco esté distraído!”

El meditador dijo, “Puede ser debido a mi entrenamiento anterior en la quietud, pero, actualmente, los períodos de distracción son muy cortos. Ya no hay más mucha distracción. Siento que he descubierto lo que quería decir. Experimento un estado que no es creado a través de la meditación que sin embargo se prolonga por un momento, por sí mismo.”

“¡Bien siga así!” Jamgön Kongtrül dijo, “¡Ahora pase el resto de su vida entrenándose en eso!” Esa fue la historia de un meditador de Golok que fue conocido posteriormente por haber alcanzado un nivel de realización muy elevado.



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