Ráphael |
Son numerosas las personas que se acercan al
yoga, a organizaciones o escuelas iniciáticas, a la espiritualidad en general,
a la realización o liberación, pero si observamos atentamente, podemos
constatar que entre los aspirantes hay un poco de confusión. Los que se dedican
a la búsqueda espiritual deberían plantearse, ante todo, la pregunta de qué es
realmente lo que buscan o quieren, qué les exige el yoga o la realización, y
después, qué grupo, organización, instructor, etc., es el más oportuno a la
propia posición de conciencia.
Examinemos, entre muchas, algunas de las
opiniones que naturalmente deben ser tomadas por lo que son: simples opiniones.
Algunos piensan que la Realización implica
una mayor expansión del "yo empírico"; se dice incluso que un
determinado personaje se ha realizado porque ha satisfecho gran parte de las
exigencias egoicas. Así, a un individuo famoso a nivel económico, político,
artístico, cultural, etc. se lo considera un realizado. En otras palabras, en
este caso se ha invertido por completo el significado y el valor de la
Realización.
Otros creen que, por el mero hecho de
frecuentar una iglesia, un grupo esotérico, yoga, etc. o por pertenecer a
ellos, implica tener ya derecho de sentarse a la "Mesa de los
Dioses", incluso enfrentándose al resto de la humanidad.
Otros consideran que, sólo por seguir
pasivamente y con fanatismo a un grupo, a un Maestro o a un Guru, ya han pasado
"a la otra orilla" o han salvado "el abismo".
Existen, aún, los autodidactas que no toleran
el hecho de tener un guía, un instructor, por lo que se ahogan en las lecturas,
convirtiéndose en eruditos, con lo que se creen ya iniciados, y hasta Maestros
capaces de guiar a otras conciencias a su despertar.
Es obvio que este tipo de aspirante (entre
muchos otros) se hallan -podríamos decir- en un nivel "profano" y
tienen poca o ninguna aspiración a lo "Sagrado" pues expresan de modo
evidente el error de fondo en el que se debaten.
Existe una categoría de aspirantes en
búsqueda espiritual que, sin duda alguna, "anhelan" verdadera e inocentemente,
pero todavía son presa de energías rajásicas en distintos niveles. Son personas
dispersivas, que van de un lado al otro para satisfacer exigencias manásicas,
que pasan de un guru a otro; que viajan pensando que la Verdad, la Realización
o la Liberación la encontrarán fuera de sí mismos. De cualquier modo, son personas
de buena fe.
Existen aquellos que frecuentan un grupo
durante largos años, pero luego se comportan pasivamente sin pasar a un
ulterior -diremos- discipulado activo, autoconsciente y bien orientado; con lo
cual, todo el grupo tiene que tirar de ellos, casi llevándolos a
cuestas. Otros, aunque bien intencionados, están limitados por un karma
bastante pesado que los deja estresados y escasos de energía.
Otros se comportan y aproximan con demasiada
emotividad, con todas las consecuencias que esta energía dual conlleva.
Hay neófitos que buscan enfáticamente un Maestro,
sólo para que él les diga lo que desean, y cuando esto no sucede, incluso se
rebelan. Se sabe que el "yo" siempre quiere -como más adelante
veremos- gratificaciones y aceptación. Otros llegan a la extorsión: hacen yoga,
ascesis o siguen la espiritualidad, pero con la finalidad de conseguir salud,
prosperidad económica o profesional, también un buen matrimonio si buscan formar
familia, ajuste de conflictos familiares, etc., y todo esto con motivaciones
conscientes o inconscientes.
Obviamente, no hablaremos de los que saben
perfectamente lo que quieren, y qué buscar. Ellos no necesitan de estímulos ni
muchas palabras, ya están preparados y bien orientados.
Pero planteémonos esta pregunta: ¿Qué
significa Realización? ¿Quién ha de realizarse? ¿Qué significa Liberación y de
qué nos hemos de liberar? ¿Qué significa ser un Iniciado?
Hoy en día -por ejemplo- muchos practican
yoga, pero podríamos preguntamos: ¿Qué significa practicar yoga? ¿Qué nos
requiere el yoga y qué tipos de yoga existen?
Un buen aspirante, sea postulante o iniciado,
debería informarse, adquirir aunque fuese una mínima visión panorámica de las
diferentes corrientes espirituales, para no encontrarse un día desilusionado,
habiendo desperdiciado energías preciosas, y comenzar a tener un mínimo de
relación justa con la Realización.
Para responder a estas preguntas deberíamos
comenzar denotando, ante todo, cuál es la constitución del ente o persona en su
totalidad, según la visión yoga, iniciática y religiosa, de lo contrario,
algunos conceptos seguirán siendo borrosos e imprecisos. Esto vale aún más para
el individuo típicamente occidental, es decir, de "conciencia occidental",
que puede no tener una visión clara de palabras, conceptos y eventos, ajenos a
su propio contexto cultural. Occidente desde hace tiempo está impregnado de la
doctrina conciliar cristiana, cuyos valores son peculiarmente religiosos, y
cuyos contenidos son: Dios-persona o Padre, gracia, fe, pecado, penitencia,
obediencia, sacramentos, dualidad Creador-criatura, demonio, infierno,
salvación, Cristo Jesús, etc. Son conceptos claves, de los que ni siquiera un
ateo o un materialista está libre, por más que así lo crea.
Conceptos como Realización o Liberación están
más allá de la visión espiritual occidental, no obstante, la mayoría es incapaz
de renunciar al paralelismo bajo la dimensión religiosa (aproximación de tipo
religioso).
Si bien algunos Maestros orientales hablan
también del Conocimiento como medio para la Liberación, esta visión es
igualmente ajena al occidental religioso porque para el cristiano católico los
medios para su salvación son: la fe, las obras y la Gracia, mientras que para
el protestante es sólo la fe.
Hemos querido ofrecer un esbozo -aunque
reducido, por no ser éste el lugar para el desarrollo de este tema- para que se
comprenda que a menudo nos acercamos a cosas cuyas implicaciones no entendemos
totalmente.
* * *
Consideramos que el lector que nos haya
seguido hasta aquí ha comprendido el significado de Liberación o Realización.
Realización implica soldar una "rotura, una escisión". Liberación
implica liberarse de aquello que nosotros, como pura conciencia, no somos. Yoga
-y hablamos de cualquier tipo de yoga- quiere decir unión, conjunción; se
requiere, pues, unir lo que ha sido separado, atar dos polos que se han
"distanciado".
Nosotros somos de la misma esencia del
supremo Ser en tanto que es y no deviene, pero por un acto de libre elección
nos hemos identificado con el devenir, olvidando la propia naturaleza divina:
es el mito de Narciso que, enamorándose de su "sombra" o
"reflejo" dibujado en el agua, cae y "muere". Pero nadie
nos impide recuperar nuestra condición originaria. Las dificultades dependen
del grado de identificación con nuestra "sombra", con lo que aparece
y desaparece, con el fenómeno cambiante, con la maya, diría el Vedanta.
Resulta obvio que, regresar al propio estado
originario implica un reingreso en sí mismo hasta recobrarnos como Conciencia
sin segundo, esto es, fuera de toda identificación con los objetos (los
instintos, las emociones, los pensamientos sólo son datos objetivos que pueden
ser observados, manipulados, dominados y trascendidos).
Según Platón es necesario recordar lo que
realmente se es. El alma, caída en el olvido de sí misma, ha de despertarse,
según esa bella imagen que él ofrece del auriga dormido y del carro con un
caballo blanco y otro negro, símbolos también alquímicos.
Nosotros -repitámoslo- somos seres o, mejor,
conciencia universal, inclusiva y omnipermeante; hemos de retomar nuestra
auténtica naturaleza, resolviendo esa segunda naturaleza artificial e ilusoria
que hemos creado (la naturaleza de la "sombra") y que nos hizo desconocer
nuestro propio origen divino. Y la identificación con esta segunda naturaleza
es tal, que a la mayoría le queda difícil, casi imposible, vislumbrar la primera.
Diremos, sin medias palabras, que la mayoría está enajenada, y no puede ser de
otro modo.
Todos los que se aproximan a cualquier tipo
de yoga, de Escuela iniciática, de Filosofía realizativa, etc., sin conocer
estas cosas y sin tender a colmar la brecha, o son ingenuos de buena fe, o bien
son mistificadores.
Un auténtico Iniciado es aquel que ha sido
capaz de colmar esta escisión, que ha sabido cómo resolver su "caída"
y trascender su segunda naturaleza hasta descubrirse unidad; un Iniciado es
aquel que ha sido capaz de extraer el oro de la caverna -según la expresión alquímica-
y hacer relucir su esplendor.
La individualización se manifiesta mediante
la autoafirmación en cuanto yo separado, del orgullo, del "deseo" de
ser deseado o amado, las pasiones de distinta naturaleza, los instintos de la
forma, etc.
Un Iniciado digno de este nombre, un
Liberado, un Realizado, no tiene ya nada de todo eso. Podemos afirmar -y
creemos no suscitar ningún "escándalo" o perplejidad en el aspirante
occidental- que Él no tiene nada de humano porque es algo más; y, aún más, a
ciertos niveles es puro átman fuera del tiempo-espacio-causa, en consecuencia,
fuera del devenir y de toda dualidad; es uno-sin-segundo.
Un auténtico Realizado es "lámpara para
sí mismo" en cuanto, obviamente, átman, No necesita de nada, habiendo
extinguido todos los deseos que pertenecían a la "sombra"; vive de su
propio movimiento, es un Sol que gira alrededor de sí mismo, difundiendo
"luz" y "calor". Un deseo de cualquier naturaleza y grado
es algo incompleto, es carencia, es privación, y esto pertenece a aquella
"sombra" porque, precisamente, no es.
En el título de este capítulo hemos
mencionado el "conforte psicológico". ¿Por qué?
Porque -hemos de atrevemos a decirlo- muchísimas
personas buscan sólo un consuelo psicológico, una manera de pasar el tiempo,
una ocasión para encontrarse con otras personas que hacen cosas fuera de lo normal,
un método para resolver conflictos y tensiones acumulados en la familia, en el
trabajo, etc.; es más, hay guru orientales y occidentales que favorecen esta
elección, que ayudan sólo a perpetuar la individualidad separada, de forma que
por momentos se exprese con menores tensiones. Son terapeutas, psicólogos.
Otros guru ayudan incluso a desarrollar poderes psíquicos latentes, para
satisfacer la vanidad y compensar frustraciones psicológicas del alumno. En
suma, todo esto opera en la esfera del ámbito psíquico individualizado para
mantener y perpetuar al yo psicológico, empírico, que corresponde al nivel de
lo sensible, no para transcenderlo y resolverlo en el Yo ontológico.
Por otra parte, en todos los tiempos -no sólo
en el presente- la individualización, la "escisión", necesariamente
ha conllevado, acarrea y comportará conflicto, dolor, alienación, y no hay
política, economía, erudición o ciencia empírica alguna que pueda otorgar
plenitud, paz, serenidad y beatitud a una conciencia alienada y fragmentada.
Por ende, la individualidad, es decir, el fruto de la "caída", es
sinónimo de dolor-sufrimiento (véanse las cuatro nobles Verdades del
Buddha, que son, además, los fundamentos del Buddhismo), con lo cual esta
individualidad, más que intentar resolverse y transcenderse, reclama solamente
rodeos para su carencia, su privación e insuficiencia.
De hecho, cuando a lo largo del iter
realizativo se plantea la trascendencia del yo con sus productos y se intenta
efectuar práctica y positivamente la Realización, entonces se advierte que la
individualidad huye, se retrae. Mientras esa individualidad, es decir, esa
segunda naturaleza ilusoria escuche sólo conferencias, palabras, etc., o bien,
mientras esté satisfecha con las lecturas, con posturas yoga o con cánticos,
acepta, se gratifica y se consuela, pero cuando se le exige a su conciencia que
se retire en sí misma mediante procesos o técnicas adecuadas, llega entonces el
momento del rechazo.
La mayoría no busca su propia "muerte
iniciática" sino que, paradójicamente, busca cómo salir del conflicto,
pero quiere permanecer todavía en él. La mayoría busca compensaciones psicológicas
para poder "subsistir" y prolongar el propio "yo soy esto",
hasta la caducidad de su encarnación. La mayoría busca en lo exterior lo que,
de acuerdo con las indicaciones de todos los grandes Iniciado incluido Jesús,
está en su interior. La mayoría quiere ser liberada de sus penas mientras continúan
promoviendo las causas que producen esas penas. En suma, la mayoría sólo quiere
ser consolada.
La individualidad está ávida de conforte, de
ser aceptada, ser deseada, satisfecha y retribuida, precisamente porque no es,
y al no ser una realidad absoluta, jamás podrá ser feliz y completa, por mucho
que se le dé, y así pasa de un deseo a otro, de una instancia a otra, de un
acontecimiento a otro (devenir), sin encontrar una pizca de alivio o respiro.
La mayoría suele abandonarse, resignarse e
inventarse todo tipo de sofismas para autoconvencerse y convencer a los demás
de que la vida es así, de que el mundo es así, de que no hay más remedio que
aceptarlo tal y como es. Ésta es una visión reductora, masoquista, que rehúsa
la solución al problema de su propia deficiencia. El mundo está necesariamente
lleno de conflictos, de sufrimientos, de crueldad, de aberraciones de distintos
tipos, porque así lo queremos nosotros, porque rechazamos cambiar el modo y la
filosofía de vida, porque no queremos hacer morir a una parte de nosotros mismos
que vive de proyecciones ilusorias, porque nos contentamos con unas migajas
compensatorias que no sólo no resuelven el problema sino que, por el contrario,
lo complican y lo postergan.
La espiritualidad -tomando esta palabra en su
significado más amplio- se toma con frecuencia en manantial de conforte y
compensaciones para esas conciencias que no quieren afrontar el
"monstruo" que habita dentro de sí, inclusive la
"beneficencia" puede constituir una inocua fuente de compensación o
consolación psicológicos; la acción de un discípulo puede ser dual: puede
siempre llevar adherido un componente compensatorio.
Muchos, se exponía poco antes, están
agobiados por un karma gravoso, por desarmonías y trastornos psíquicos, por lo
que van desesperadamente en busca de auxilio y alivio; y, si no lo obtienen, se
rebelan. En nuestros días, ha venido a menos el "calor" familiar, el
sentido de la amistad, incluso el reposo y la relajación física, porque todos
están en la carrera por las ganancias materiales, para afrontar las exigencias
del consumismo enajenante. Pero esta carrera no solamente no conduce al Ser,
sino que nos deshumaniza y embrutece, acarreando una mayor enajenación,
conflictos de todo género y, paradójicamente, una incertidumbre aún mayor.
Otros se inscriben en Escuelas iniciáticas
por prestigio, por avidez de títulos, cargos y provechos; es decir, como
siempre, por compensaciones psíquicas. A todos estos buscadores de
"valores mundanos", a estos inadaptados, resignados, los guru
orientales y occidentales ofrecen conforte y algunos, incluso, brindan un tipo
de comunidad-sociedad ingenuamente hedonista, de tipo carpe diem, tolerando una
plácida licencia, al límite del libertinaje, para aturdirse y olvidarse de la
natural carencia de la individualidad. En otros términos, se publicita hoy el
bíblico "becerro de oro".
Diremos, con toda sinceridad, que gran parte
de los métodos yoga hindúes y buddhistas en Occidente sólo proponen motivos
terapéuticos, por lo que el cristiano y el profano tienen buen criterio al
clasificarlos como métodos al servicio del yo egoístico, para satisfacerlo y
expandirlo.
El hecho es que para la realización, para la
liberación, o para llegar a ser auténticos Iniciados se requiere de precisas
cualificaciones; en otras palabras, es necesario estar preparados. Si no hay
una específica vocación, una profunda llamada de la conciencia y no del
"yo mendicante", un ardor por las cosas que son y no cambian, no se
puede hablar de yoga, ni de realización, ni de liberación y ni siquiera de
salvación en el sentido cristiano. Si no se da un preciso impulso hacia lo
suprasensible, mejor sería no emprender el proceso realizativo o iniciático,
para evitarse seguras decepciones, origen de sucesivos conflictos, y también
para no desacralizar ese pequeño resto de Sagrado que desesperadamente intenta
sobrevivir a este Kali-yuga.
La Realización, en cuanto tal, produce sus
frutos que son -según las indicaciones unívocas de dos grandes y auténticos
Maestros: Platón y Sankara- Beatitud estable y Conocimiento estable. Pero
muchos prefieren el conflicto que se deriva del inestable y contingente goce
sensorial, de la caducidad de lo tosco sensible y de la erudición cuantitativa.
El Conocimiento auténtico y resolutorio se
dirige a todos -no existen privilegiados o predestinados-, aunque no todos lo
quieran aceptar y vivenciar, por lo que ha de circunscribirse a esos pocos (en
parangón con los millones de "dormidos") que, mordidos por la serpiente
de la avidyá, se han despertado un poco a la consciencia de que algo, en ellos,
no funciona.
La esperanza a expresar es que todos puedan
encontrar la Beatitud, siguiendo el sendero mejor adaptado a sus exigencias
particulares (que el sendero sea oriental u occidental tiene poca importancia;
sí es importante que sea un sendero puro), pues todos y cada uno, sin excepción,
tienen en sí mismo este tesoro inconmensurable que, por un acto de identificación
con lo caduco y perecedero, han olvidado completamente.
La esperanza es que todos puedan devolverle
las alas a su alma -relativamente caída- para volar hacia la suprema cima de la
Beatitud sin objeto, nuestra real naturaleza que, aun "oscurecida" o
velada, jamás podrá ser destruida.
Fuente:
Extractos del último capítulo
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