El verdadero gurú es el Jnani porque en él no hay ningún riesgo de avasallamiento, de predación o de alteración. El verdadero maestro no necesita alumnos. Se basta con su presencia. Incluso si usa palabras, no crea ningún movimiento, no crea ninguna religión, enseña simplemente con su presencia donde está la Verdad. No fuerza a nadie, no seduce a nadie, permanece fiel a sí mismo en su eternidad. Su único objetivo, es que el que lo escucha o el que lo encuentra se encuentre a sí mismo. No hay otra transacción ni otro intercambio entre el Jnani y la persona que lo encuentra. No necesita ninguna corte, no necesita ningún reconocimiento y menos de este mundo. Os devuelve a vuestra libertad y de ninguna manera os lleva a su terreno. No saca ningún provecho en el seno de este mundo ni en algún otro mundo. Sus palabras nunca pueden fracasar sea cual sea la dureza de sus palabras, porque ve claramente todas las ilusiones y todo lo referente a la persona como algo que no es verdad.
El verdadero gurú no se toma por un gurú, hasta en el sentido más noble del término. Es simplemente el que os ofrece la Verdad, con la condición de que aceptéis vivirla. No busca a ningún alumno, a ningún discípulo, no precisa de nada para ser él mismo. Y sobre todo procura que nunca se instalen la menor dependencia y la menor sumisión. En el momento en que el gurú se sirve de un conocimiento otro que el de la conciencia, cae en la trampa de la posesión y de la ausencia de Libertad. El verdadero gurú, es aquel gurú del cual nos libramos yendo a verle. No alimenta nada, no da nada, no toma nada, él Es.
El verdadero gurú sólo puede ser un Jnani pero no un Jnani auto-declarado sino un Jnani que lo vive él mismo. Además, es a menudo reconocido sólo después de su marcha de este plano, raramente mientras viva y es mejor así. El que busca los focos del reconocimiento se equivoca, el que actúa en un papel se equivoca. El verdadero gurú es libre de toda condición y de toda situación. Se presenta tal como es. No tiene ningún planteamiento espiritual, él mismo es la Verdad. Reconoce la eternidad en cada uno pero sabe poner punto final a toda relación cuando ella representa una trampa para él o para la otra persona. Así es el verdadero gurú. El Jnani.
Recordad que tan pronto como sigáis a alguien no sois más vosotros mismos. Lo que no tiene nada que ver con el don de la imitación. Porque si imitáis al gurú, en el sentido noble del término, vosotros mismos os liberáis. No debe de establecerse ninguna adoración, con él o con lo que dice. Ama de manera impersonal y no está sometido al juego de las personas, la suya como cualquier otra persona. Deja que lleguen las cosas espontáneamente. No fuerza nada, no impone nada. Una vez más, no busca seducir. Puede ser detestable, puede ser agradable, adapta lo que es con arreglo a lo que ve, no con sus ojos, no con su persona, pero al nivel de la Verdad.
No necesita ornamentos, tanto en el vestir como ornamentales. No necesita un lugar particular, porque justamente sabe que los lugares particulares son sólo unos ornamentos, que son sólo un reflejo pálido de la Verdad. Puede hablar, puede callarse, esto no cambia nada. Él permanece. No busca llevaros a ninguna parte ni salvaros de lo que sea. Así es el verdadero gurú.
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